miércoles, 21 de noviembre de 2007

Misterios de una vida

Pasan las horas, los días, los años. Envejeces y envejecen contigo tus ilusiones de antaño. Van cayendo como las hojas de un árbol en otoño, lenta pero irremisiblemente. Las abandonas, porque duelen, duele recordar que no las pudiste llevar a cabo, que dejaste cimas sin alcanzar, y ya es demasiado tarde. Admites tu fracaso. Las fuerzas te abandonan, vas olvidando, y poco a poco, paulatina pero irremisiblemente, tu mundo va adquiriendo un tono salmón, todo parece sacado de una foto antigua, que no hace sino sumirte más en la desesperación, en esa cárcel interior de tu vejez. Una mañana te despiertas, y la notas a tu lado. Su mano fría te acaricia con deseo, y esa sensación de inquietud y resignación ya no te abandonará más. La muerte es una mala compañera de viaje, incómoda y pesada, pero aun así, no la puedes dejar tirada por el camino, será ella la que te abandone a ti cuando llegue el momento, cuando carezcas de energías, de ganas o de ambas para seguir su ritmo. Es curioso, sabemos que ese día llegará desde los primeros momentos de nuestra existencia, aprendemos lo que significa con la pérdida de nuestras mascotas, de nuestros abuelos...más tarde llegarán los padres, los amigos...y aun así, a pesar de todo, es la única lección que nunca somos capaces de asimilar, no logramos entender que nuestra presencia aquí no es eterna, que somos criaturas frágiles con fecha de casualidad. No lo admitimos con la naturalidad que debiéramos, cuesta, las lágrimas lo demuestran. Durante toda tu vida has construido algo a tu alrededor, poco o mucho, pero fascinante en cualquier caso, y aceptar que tienes que abandonarlo para siempre...duele. Poco consuelo es que lo que hayas hecho por siempre quedará en el recuerdo de los que aquí dejas, pues en el fondo sabes, que ellos también están abocados al mismo fin. ¿Y después qué? El cielo, la nada...según a quien le preguntes, aunque nadie posee la certeza absoluta. Lo único seguro es que ya no será en este mundo, del que tanto nos quejamos y al que tanto odiamos y sin embargo tan apegados nos sentimos. Lógico, después de todo es nuestra casa, y como en casa no se está en ningún sitio. Aun así...la muerte no deja de ser un viaje interesante, que solo realizarás una vez en tu vida. No es posible recordar el momento del nacimiento, ¿Seremos capaces de quedarnos con el de nuestro final? Preguntas sin respuesta, al menos, sin respuesta convincente. Esperar toca pues, para descubrirla cada uno, esperar mientras pasan las horas, los días, lo años...

1 comentario:

Anónimo dijo...

pues...........muy bonito si!!!!!!!!! pero un poko triste no??, realmente estoy de akuerdo kon todo lo k as puesto,pero para k pensar en ello??disfrutemos el presente y no nos preokupemos del futuro jeje y en esta vida debemos intentar hacer todo y no dejar nada sin intentar.

un besote k joooo ya no se sabe nada de ti......

una amiga